Si algo nos enseña la historia es que está llena de mentiras y manipulaciones interesadas, pero pocas veces de forma tan injusta como en el caso de Blas de Lezo.
La humillación sufrida por los ingleses en siglo XVIII en Cartagena de indias es un hecho silenciado por la historia inglesa y desconocido para muchos.
Todo empezó con un incidente cerca de las costas de Florida cuando un guardacostas español de nombre Juan León Fandiño, interceptó el Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar una oreja dándole un mensaje: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve".
Jenkins, con la oreja en la mano, se lo contó desconsolado a su rey que montó en cólera y acabó declarando la guerra a España, algo ya deseado por los comerciantes ingleses para conquitar nuevos mercados. Fue llamada "La guerra de la oreja de Jenkins".
El 13 de Marzo de 1741 apareció frente a las costas de Cartagena de Indias, la mayor flota de guerra de la historia, sólo superada mucho después por el desembarco de Normandía. Una flota muy superior a la llamada "invencible" de Felipe II (126 barcos), que contaba con 2000 cañones dispuestos en 186 barcos, y un ejército de 27600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. A la cabeza de la expedición se encontraba el típico inglés cursi y estirado, Edward Vernon, bien conocido por don Blas de Lezo ya que justo un año antes ya se había presentado en la ciudad con ocho navíos y había empezado a bombardearla, pero Lezo había desmontado varios cañones de 18 libras de más alcance que los de los fuertes, que sorprendieron a Vernon desde la selva, que al verse entre fuego cruzado s vió obligado a huir a Jamaica. Vernon describía a Lezo "como adversario epónimo porque era un símbolo de la
resistencia hispana a la ambición inglesa". En las cartas que intercambiaron los dos marinos tras la rendición sin lucha de Portobelo a los ingleses Lezo decía: "Hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera Usted insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía".
En Cartagena se encontraba al mando de Blas de Lezo que contaba con menos de 3000 hombres, 600 indios flecheros y 6 buques. Por entonces don Blas ya era temido y respetado en los mares del sur, pero la derrota española parecía tan clara que, antes de la batalla se acuñaron, en Inglaterra, monedas conmemorativas de la victoria inglesa. En ellas se veía a D. Blas arrodillado ante Vernon y se podía leer:
«La arrogancia española, humillada por el almirante Vernon».
Hay que aclarar que don Blas era llamado entre sus hombres capitán Patapalo o mediohombre ya que en distintos combates había perdido una pierna (amputada sin anestesia a los 15 años tras una batalla frente a Vélez-Málaga), el ojo izquierdo y un brazo, pero en las representaciones inglesas aparecía con todos sus miembros para no dar la impresión de que Vernon había vencido frente a un lisiado.
Los barcos ingleses bombardearon la ciudad durante días a un ritmo de 62 disparos por hora de media.
Lezo ordenó la fabricación de balas encadenadas que destrozaban todo el aparejo de los barcos ingleses y fortificó las murallas con sacos de arena, de esta forma los impactos de los cañonazos eran absorbidos por la arena y las esquirlas de piedra no dañaban a sus hombres. A pesar de todo y debido a la superioridad numérica inglesa, las primeras líneas de defensa españolas fueron cayendo, no sin antes ocasionar multitud de bajas, hasta llegar al último reducto, el castillo de San Felipe de Baraja.
Lezo envió a dos supue
stos desertores para que informasen a los ingleses que la parte más débil del castillo era la zona este... y la más empinada. Las tropas atacantes llegan a colocan las innumerables escalas para saltar la muralla pero, incomprensiblemente, se quedan cortas dos metros. ¿Por qué? Blas de Lezo había mandado previamente hacer un foso alrededor del castillo de dos metros de profundidad ocasionando un error en la medición de los ingleses. Como consecuencia se produce una auténtica carnicería en las filas atacantes. A pesar de ello los envites ingleses no cesan en sus ataques aunque cada vez más cansados bajo el fuego español y la empinada orografía del terreno.
En los momentos en los que su debilidad era patente el Comandante Lezo envía a 300 marinos frescos a la carga contra los ingleses que se ven desbordados ante el empuje de aquellos hombres llegando incluso a ser perseguidos por la tropa española. El miedo se dibujo en los ojos de Vernon y sus hombres.
Blas de Lezo pretendía ganar tiempo... sabía que si conseguía proteger la ciudad durante 6 o 8 semanas el calor, la humedad, el paludismo y la fiebre amarilla acabarían con las "tropas noreuropeas, poco acostumbradas a los climas tropicales y deficientemente inmunizadas contra las enfermedades de estas latitudes"
No hizo falta tanto tiempo, el proceso se vió acelerado porque Vernon no enterró a los cadáveres en su ímpetu por atacar cuanto antes el castillo. Las enfermedades empezaron a cobrarse las primeras víctimas y la moral de las tropas inglesas se derrumbaba paulatinamente. La derrota de Vernon era inminente. El 20 de Mayo de 1741, poco más de dos meses después de su llegada, los barcos ingleses se retiran cargados de hombres moribundos.
Existen informaciones más dramáticas de los propios combatientes ingleses que hablan por si solas de la debacle y la tragedia que se cernió sobre ellos: "Por la cuenta honesta tuvimos 18000 hombres muertos, y según un soldado español que capturamos, ellos perdieron a lo sumo 200. El Almirante Una Pierna (Lezo) con su excelente mando y fuego mató a 9,000 de nuestros hombres, la fiebre general mató un número parecido. Cuando eché la última mirada al puerto de Cartagena, su superficie era gris con los cuerpos putrefactos de nuestros hombres, que murieron tan rápidamente que nosotros no podíamos enterrarlos. De los agricultores pobres y débiles de nuestras colonias norteamericanas murieron cuatro hombres de cada cinco"
"Cada barco y soldado español hizo frente y derrotó a 10 ingleses".
La humillante derrota fue acogida en Inglaterra con vergüenza y resignación hasta el punto que el rey inglés Jorge II prohibió a los historiadores hablar sobre esta batalla bajo pena de horca.
Los historiadores ingleses ocultaron vergonzosamente lo ocurrido, algo que pagó Nelson en Tenerife, poco después de afirmar que los ingleses sabían construir barcos pero no pelear, retirándose humillado y sin su brazo derecho. Sin embargo Nelson fue encumbrado quizás para tapar lo ocurrido en 1741 y los años posteriores. En ese supuesto "pudiésemos haber sido víctimas de una gigantesca campaña de publicidad pro-Nelson mantenida hasta nuestros días".
Inglaterra no volvió a amenazar seriamente al Imperio español que subsistió un siglo más. España, en cambio, contribuyó años más tarde al desmoronamiento de las colonias inglesas en América, hecho que también ha tratado de silenciarse.
Blas de Lezo muere en Cartagena de Indias unos meses después sin los honores que merecía debido a los enfrentamientos que tuvo durante la batalla con el virrey de Cartagena de Indias, Sebastián de Eslava. ¡Vergonzoso!
A este hombre debemos que 350 millones de americanos hablen español y no inglés, pero a pesar de todo no es nada conocido en nuestro país, no se estudia en el colegio, no hay películas ni documentales. Como ejemplo, hasta abril del 2010 no hubo en Madrid ninguna calle con su nombre.
http://es.wikipedia.org/wiki/Blas_de_Lezohttp://www.youtube.com/watch?v=Bkd93hyth5I&feature=player_embedded#at=85